PASADO Y PRESENTE

La historia de los reyes llamados Carlos estuvo plagada de tragedias

Un rey Carlos nunca un buen augurio para el Reino Unido. Hubo guerra civil durante el reinado del primero, que murió decapitado. El segundo, fue exiliado. Con qué se enfrenta Carlos III 

BAE Negocios

"Me comprometo por el resto del tiempo que me dé la providencia a mantener los principios constitucionales que son el corazón de nuestra nación", aseguró el rey Carlos III en su discurso, el primero como monarca después de la muerte de la reina Isabel II. Aunque todo parece en paz, ya son muchos los reclamos que se le vienen al nuevo rey, que podría enfrentar algunos de los problemas que ya aquejaron a sus antecesores homónimos. Porque, históricamente, un rey Carlos no fue nunca un buen augurio para el Reino Unido.

Carlos III se convirtió en rey, pero no solo para Inglaterra. El hombre de 73 años será también monarca de los países que integran la Mancomunidad de Naciones (el Commonwealth), entre los que —todavía— están Australia, Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Canadá, Granada, Jamaica, Papúa Nueva Guinea, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Nueva Zelanda, Islas Salomón y Tuvalu.

¿Por qué todavía? Porque algunos de ellos, tras la muerte de la Reina Isabel II, ya piensan en "seguir adelante" y desprenderse del Commonwealth, es decir, que Carlos III no sea su jefe de Estado. Problemas de soberanía, pero esencialmente políticos. Si Carlos III mira para atrás, se dará cuenta de que los reyes con ese nombre también los tuvieron. Y no les fue para nada bien.

 

Se extiende la idea de dejar atrás la monarquía británica

Todos los gobernantes de los países que integran el Commonwealth expresaron sus condolencias por la muerte de Isabel II y, en su mayoría, la llenaron de elogios. En Australia, uno de los países más fuertes de la organización, hizo lo propio, pero la política rápidamente puso las manos a la obra. 

El legislador Adam Bandt, líder del progresista Partido Verde de Australia, pidió que su país corte los lazos con la monarquía británica y se convierta en una república, un sentimiento que parece multiplicarse en muchos sectores. En 1999, el 55% de los habitantes determinaron a través de un referéndum que querían seguir formando parte de la corona. Ahora, ese porcentaje podría haberse reducido bastante.

Algo similar pasa en Nueva Zelanda, donde la primera ministra Jacinda Ardern fue muy respetuosa con la reina fallecida, pero también recordó que uno de sus objetivos antes de morir es ver a su país convertido en una república.

 

La historia de los reyes llamados Carlos estuvo plagada de tragedias
En el Caribe, la Corona recuerda a tiempos de esclavitud

Donde el sentimiento es opuesto es en el Caribe, donde la corona es sinónimo de esclavitud. Muchos estados reclamaron por pedidos de disculpas y reparaciones. Jamaica, por ejemplo, ya comenzó un proceso de transición a república, y se espera que Carlos III deje de ser jefe de estado antes de 2025. Barbados lo hizo el año pasado, ceremonia en la que Carlos estuvo presente.

Eso también sucede en Canadá. Forbes reportó que un 51% de los habitantes se ponen a que el monarca británico sea el jefe de su estado "para las generaciones venideras", y solo un 26% lo apoya. Según luna encuesta, el 67% de los canadienses se oponen a Carlos como rey y jefe de estado oficial de Canadá.

También hay otro reclamo, más específico, de India. Aunque no tiene lazos con la corona, muchos indios reclamaron por el Kohinoor, uno de los diamantes tallados más grandes del mundo, que está actualmente engastado en la corona de la Reina. ¿Por qué? Dos razones: la primera es que el diamante de 21,12 gramos salió de India; la segunda, que históricamente la usaron solo las mujeres de la realeza, porque creen que la gema trae mala suerte a cualquier hombre que la use. 

La historia de los reyes llamados Carlos estuvo plagada de tragedias
En India reclamaron por el diamante Kohinoor

Si Carlos III tendrá un diamante que le pertenece a India, y ese diamante le traerá mala suerte. ¿Por qué mejor no devolverlo? Ese es el pensamiento que se multiplicó en Twitter.

Carlos y tragedia van de la mano

Si el presente es poco alentador, el pasado lo es menos todavía. El actual rey podría haber elegido su nombre entre los cuatro que tenía, pero se quedó con el primero. Y la historia ya lo persigue.

El primer Carlos (1600-1649), hijo del rey Jaime I, no era un hombre "fuerte", ni siquiera sano: estaba enfermo con frecuencia, tenía dificultad para caminar, luchaba con la tartamudez y era generalmente eclipsado por su fornido hermano mayor, el heredero aparente. Sin embargo, la corona le llegó apenas pasados los veinte años debido a que una repentina muerte de su hermano lo había colocado primero en la línea de sucesión. 

La historia de los reyes llamados Carlos estuvo plagada de tragedias
Carlos I, retratado por Anthony van Dyck

Ya como rey, debió enfrentarse al Parlamento que ya se peleaba con su padre y que más lo presionó al enterarse de que Carlos se había casado con una católica. Después de varios problemas con puritanos, españoles e irlandeses, el Parlamento lo expulsó en 1642 e Inglaterra se sumió en una guerra civil. Carlos I fue capturado, juzgado por traición y decapitado.

Carlos II, hijo del anterior, estaba exiliado cuando le cortaron la cabeza a su padre. A los 18 años debió hacerse cargo de una monarquía que poco después fue abolida por el Parlamento. Con una Inglaterra republicana con Oliver Cromwell al frente, Carlos II estuvo diez años en el exilio, viendo como Cromwell prohibía desde el teatro y los deportes hasta las palabrotas y la Navidad.

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Carlos II vivió sus primeros diez años como rey en el exilio

El Parlamento, ya harto de la dictadura, invitó a Carlos II a volver después de la muerte de Cromwell en 1658. Con treinta años, el flamante rey no se guardó nada: se aseguró de que cualquiera que firmara la sentencia de muerte de su padre fuera ejecutado; incluso el cuerpo de Cromwell fue desenterrado y decapitado.

Tampoco estuvo exento de problemas: debió atravesar la Gran Plaga de 1665 y el Gran Incendio de Londres en 1666, además de pelearse con el Parlamento como ya lo habían hecho sus antecesores.

La imagen del Carlos actual no es buena, la historia de los Carlos anteriores tampoco. La ventaja es que, ahora, el final no está escrito.

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