El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó al departamento de Personal tener listos los telegramas de despido de miles de funcionarios, equivalentes al 40% de la plantilla estatal total, que se enviarán si el congreso no le aprueba una nueva norma presupuestaria. 

El hecho es que octubre marca la fecha límite en la que vencen los presupuestos del gobierno federal. Y como ocurre prácticamente con todos los presidentes, la fecha se aproxima sin acuerdo a la vista entre republicanos y demócratas. Debido a que el gobierno no puede prorrogar el presupuesto anterior, si no hay consenso bipartidista antes de fin de mes, el 1 de octubre habría un “cierre del gobierno”.

El presupuesto requiere para ser aprobado una mayoría de 60 votos en el Senado, donde los republicanos solo tienen 53. Pero Trump ordenó en un tuit a sus parlamentarios "no sentarse a negociar con los demócratas" porque "son el enemigo", y presentar un proyecto partidista, que por supuesto fracasó ante la oposición demócrata. Estos tampoco pudieron hacer aprobar una propuesta alternativa.

A principios de semana, Trump acordó sentarse a negociar con los demócratas, que exigen dejar sin efecto los drásticos recortes a programas de salud para personas de bajos ingresos contenidos en la "Gran y hermosa ley" de reforma fiscal. También piden aumentar los subsidios para los planes de salud privados, de manera tal que millones de estadounidenses no pierdan su cobertura médica en los próximos meses. 

Pero Trump cambió de opinión y canceló la negociación, tras publicar un tuit en el que afirmó que los demócratas pensaban pedir "operaciones transgénero gratis para todos los estadounidenses" y otra serie de supuestas exigencias sin verdadero fundamento más que la poco verosímil palabra presidencial.

El ‘cierre del Gobierno’ implicará que los funcionarios 'no esenciales' se queden en sus casas, en tanto que los 'esenciales' trabajarían varios días sin cobrar salarios, a la espera de que el Congreso apruebe nuevas afectaciones de fondos con efecto retroactivo. 

Ante este escenario, el presidente decidió presionar a la oposición amenazando con el despido de miles de funcionarios si no le aprueban nuevas asignaciones presupuestarias. En esa línea, trascendió que el director de la Oficina de Gestión y Presupuestos, que maneja el personal administrativo, ordenó preparar una lista de todos los empleados públicos que serían declarados "no esenciales", para despedirlos.

Mediante un correo electrónico, el director Ross Vought anticipó que todas las oficinas que no tengan fondos, que no estén alineadas con las políticas de Trump y no pertenezcan a departamentos como Interior, Defensa, Veteranos y otras secciones clave, serían canceladas. "Tales programas ya no están legalmente obligados a llevarse a cabo", señala el documento, filtrado por el sitio web Politico.

El senador demócrata Chuck Schumer, calificó a la medida como un "intento de intimidación", y anticipó que "estos despidos innecesarios serán revocados por los tribunales, o el Gobierno terminará reincorporando a los trabajadores" en pocos meses, como pasó con la gran mayoría de los funcionarios despedidos por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Elon Musk meses atrás.

No obstante, los demócratas desconfían de las promesas de Trump, que lleva meses negándose a gastar los fondos presupuestados por el Congreso para partidas que a él no le gustan, aunque está legalmente obligado a hacerlo. 

"Trump continúa inventando razones para ejercer poderes de emergencia que no existen, y no ha necesitado un cierre del Gobierno para ello", denuncia Hakeem Jeffries, líder parlamentario demócrata en el Congreso. En su lugar, exigen que cualquier acuerdo se enmarque en una ley y que Trump se comprometa a obedecerla. "No nos dejaremos intimidar", asegura.