Las reuniones de consorcio se convierten en una batalla, los temas que quedan pendientes
Cada vez se agranda el listado de trabajos que no se pueden hacer en los consorcios de los edificios
Las reuniones de consorcio comienzan a convertirse en batallas. El incremento interanual de las expensas alcanzó al 257%, sin embargo, la plata no alcanza para hacer las reparaciones necesarias. Qué temas se recortan los consorcios por la crisis.
A Graciela le robaron las ruedas de la bicicleta de su baulera. En la reunión de consorcio se habló de poner una cámara, además de limitar el acceso, pero no hay plata. Entonces comenzó un debate para ver de dónde se saca una cámara para controlar lo que pasa en la baulera. Se la retira de la calle o del pallier, esas fueron las mociones votadas. Otro de los temas del día son las obras pendientes, se evalúan las más necesarias, se enojan unos y otros vecinos, se llega a la conclusión de que todo debe esperar. El último punto es la suba en los honorarios de la administradora. No hay acuerdo. La administradora amenaza con renunciar, se le acepta la renuncia.
Gisela es administradora de varios edificios, cuándo se le consulta qué se deja de lado en épocas de crisis, es clara. “Estoy postergando los arreglos grandes, las reparaciones, depende la envergadura y la espalda del consorcio. Si hay una filtración grande, puedo reparar la causa, pero no los daños que causó en los departamentos. A otro edificio se le pinchó el colector, la batería de llaves de paso de las columnas de agua que salen del tanque. Cae el agua y se filtra en los departamentos, pero es una obra de más de un millón de pesos, no podemos encararla”, señaló.
El Gobierno de la Ciudad exige un mantenimiento de las fachadas, es justo uno de los temas que se dejan de lado en estos tiempos, pese a que los edificios incurren en faltas. La mano de obra de todo lo que se necesita en un edificio aumentó y todo se complica. Un administrador de un edificio con varios años confesó: “Si tengo un problema en un balcón o se cae algo de un frente, hago una bajada con silleta y retiro lo que está flojo, nada más que eso. No hago arreglos de fachada, total el Gobierno de la Ciudad no hace controles”.
Una columna de desagüe de cloacas en un edificio de 8 pisos cuesta cuatro millones de pesos. Por una intimación de Edenor, hay que adecuar una instalación y cuesta cuatro millones de pesos de materiales y tres millones de pesos de mano de obra.
“No podemos dejar de pagar los servicios, en algunas empresas como Aysa los intereses parecen usureros. La cuenta de cinco departamentos es de 55.000 pesos, si lo pagas en el segundo vencimiento se va a 57.800, por unos días”, dice Eduardo de un edificio de Balvanera.
Hay un problema, cada vez más grave y recurrente en los edificios. “Los administradores renuncian porque no pueden más, la gente exige arreglos pero no quiere que le aumenten mas las expensas. Hay un gran nivel de violencia para comunicarse. No alcanza con trabajar bien para que te renueven el contrato. La gente está violenta, agresiva, demanda como si uno fuera una máquina. Uno explica y no entienden, todo sirve para levantar la voz”, explicó Silvana, una administradora que presentó su renuncia en un edificio de Balvanera.
El Gobierno de la Ciudad generó un registro para que los vecinos se quejen de los administradores. Y un fiscal de oficio toma cartas en el asunto. “Apenas empiezan a amenazarme con que me van a hacer un juicio, me voy y que se arreglen. Nadie me paga los abogados”, contó preocupado José.
En uno de los más grandes grupos de whatsApp de administradores porteños circula algo que logró consenso entre todos: “Antes decíamos, siempre hay un “loquito” en un edificio. El problema es que ahora hay más de uno, son casi todos. Te tenes que blindar o terminas mal”.