Las olas de calor suelen coincidir con cortes de luz que afectan la rutina de miles de personas. En estas condiciones, mantener el bienestar físico se vuelve una prioridad, ya que el calor extremo puede provocar deshidratación, agotamiento e incluso golpes de calor.

Los grupos más vulnerables, como los niños, los adultos mayores y las personas con enfermedades crónicas, requieren cuidados especiales. Sin embargo, todos pueden adoptar medidas preventivas para enfrentar los días más calurosos sin riesgos.

• Beber agua frecuentemente, incluso si no se siente sed.
• Usar ropa ligera y de colores claros, preferiblemente de algodón.
• Permanecer en lugares frescos y bien ventilados durante las horas más calurosas.
• Evitar comidas pesadas y optar por alimentos frescos y de fácil digestión.

• Usar paños húmedos para refrescarse si no hay aire acondicionado.
• Dormir en las habitaciones más frescas de la casa o en niveles bajos si hay varias plantas.
• Reducir la actividad física para evitar el agotamiento por calor.

El cuidado de la salud en verano no depende solo de las condiciones externas, sino también de las decisiones que tomemos para adaptarnos. Una planificación adecuada puede marcar la diferencia entre un día caluroso y un día peligroso.