En un momento de preocupación y reflexión, el Papa Francisco interrumpió su homilía durante la misa por el Jubileo de las Fuerzas Armadas, celebrado en la Plaza de San Pedro. Visiblemente cansado, el Pontífice pidió al maestro de ceremonias, monseñor Diego Ravelli, que continuara con la lectura: "Me disculpo y pido al maestro que continúe la lectura, tengo dificultades para respirar".

El Papa, quien recientemente se recupera de una bronquitis, había cancelado la lectura de la catequesis en la audiencia general el pasado 5 de febrero, por causa de un "fuerte resfriado". A pesar de su malestar, continuó con las audiencias de los días 7 y 8 de febrero en Casa Santa Marta, sin dejar que su salud interfiriera en su compromiso pastoral.

Entre los asistentes a la misa se encontraban importantes figuras políticas, como los ministros de Defensa y Economía, Guido Crosetto y Giancarlo Giorgetti, junto a otros altos funcionarios del gobierno. Antes de su interrupción, el Papa destacó la labor de las fuerzas armadas, recordando la importancia de su misión en la defensa del bien, la libertad y la justicia.

"Vuestras divisas, la disciplina que os ha forjado, el coraje que os caracteriza...", expresó Francisco, enfatizando que el compromiso con la legalidad y la protección de los más vulnerables son valores esenciales en la lucha contra el mal.

En el marco del Ángelus, el Papa reiteró su llamado a la paz y rogó que "tengan silencio las armas en todas partes" y pidiendo por los pueblos que sufren en lugares como Ucrania, Palestina, Israel y otras regiones en conflicto. Así, la misa no solo se convirtió en un espacio de oración, sino en un grito colectivo por la paz en un mundo sacudido por la violencia.

Finalmente, el Papa se dirigió a los presentes con un mensaje de unidad y servicio, recordando el deber de quienes sirven a la patria: "Este servicio armado va ejercitado solo para legítima defensa, nunca para imponer el dominio sobre otras naciones".