Precipitación financiera de la crisis económica
Las acciones del Silicon Valley Bank (SVB) se derrumbaron el 10 de marzo, lo que detonó su quiebra, precipitando el momento financiero inicial de la actual crisis económica. Fue el primero y la señal de largada de un proceso que recién comienza
La suba de tasas de la Fed precipitó la crisis porque las empresas que depositaban en el SVB experimentaron un incremento del costo financiero del crédito, limitando sus planes de inversión, lo que impactó negativamente en la cotización de sus acciones. Se vieron forzadas a disponer de sus propios recursos, retirando una parte significativa de sus depósitos.
Como la mayoría de los bancos estadounidenses, buena parte de los activos del SVB eran bonos del Tesoro de Estados Unidos. Los bonos disminuyeron su precio debido al aumento de las tasas. Para disponer de liquidez y poder devolver los depósitos, el banco tuvo que desprenderse de parte de los bonos y a un precio relativamente bajo, lo que impactó en su balance y también amplificó la reducción del precio de los bonos.
Aunque puedan diferir en la composición de su cartera, las políticas monetarias influyen sobre todos los bancos porque su lógica esencial es la misma, que implica, entre otros aspectos, que no se pueden devolver “todos” los depósitos simultáneamente.
Dominó dancing o crisis financieraAsí, comenzó efecto dominó: luego del SVB, siguió el cierre del Signature Bank. Mientras las acciones de los bancos estadounidenses se desplomaban, también lo hacían los europeos, siendo el más emblemático el Credit Suisse. El movimiento se trasladó a las principales bolsas del mundo. Para apagar el fuego con nafta, el Banco Central Europeo subió la tasa de interés y también se espera lo mismo por parte de la Fed.
Paul Krugman analizó que el SVB -el décimo sexto banco estadounidense por su tamaño- no es el Lehman Brothers, es decir, que la actual situación no es como la de 2008 y que “probablemente no estemos frente a una crisis sistémica”. Otro economista premiado con el nobel, Joseph Stiglitz, entiende que “la situación representa más que la falla de un solo banco. Muestra profundos problemas en la conducta regulatoria y en la política monetaria”.
Keynes, en su “Teoría General”, concluyó en que el comportamiento cíclico de la economía (subas y bajas) se debe fundamentalmente a los cambios de la eficiencia marginal del capital, rentabilidad, ganancia o beneficios. La fase de disminución pronunciada y sostenida de la rentabilidad del capital deriva en la reducción de la inversión, lo que retroalimenta el descenso y puede derivar en crisis cuyos comienzos pueden manifestarse de diversos modos.
Con raíz en el enfoque keynesiano, en “La Hipótesis de la Inestabilidad Financiera”, Hyman Minsky aseguró: “A pesar de la mayor complejidad de las relaciones financieras, el determinante clave del comportamiento del sistema sigue siendo el nivel de beneficios”. Interpretaba este tipo de crisis como financiera con propagación en la esfera de la producción y comercialización, y que no se debe a una anomalía del sistema financiero sino a su propia lógica de funcionamiento.
En la esfera monetaria, se observa que en la fase ascendente del ciclo las formas dinerarias que funcionan como medios de pago y crédito en múltiples formatos proliferan, en la fase descendente, cuando se perturba la cadena de pagos y se desencadena la crisis, estos títulos jurídicos tienden a “correr” hacia otras formas dinerarias menos riesgosas, cuyas modalidades más robustas son aquellas que poseen valor intrínseco que pueden cumplir la función de atesoramiento, como el oro, el petróleo y otras.
Crisis de deudas y dólarEn el informe del FMI “La fragmentación geoeconómica y el futuro del multilateralismo” de enero de 2023, el organismo analiza diversos aspectos de la fragmentación del mercado mundial en curso: “Los acontecimientos geopolíticos recientes han aumentado el riesgo de fragmentación en el sistema de pago internacional […] la futura transformación del comercio, finanzas, y las cadenas de valor mundiales influirán en la demanda transaccional y facturación en diferentes monedas […] pueden reducir la demanda del dólar estadounidense”, concluye el paper.
El país que conduce el FMI, experto en endeudar, emitió dólares de manera casi ilimitada desde la ruptura unilateral del patrón oro-dólar en 1971, esparciéndolos por todo el mundo. Según el Banco Mundial, la relación entre la deuda pública y el PIB de Estados Unidos era del 40 por ciento en 1980, 60 por ciento en 2000, 95 por ciento en 2010 y supera largamente los 100 puntos en la actualidad. Por otro lado, la deuda global de naciones y empresas superó el 350 por ciento del PIB mundial, de acuerdo al instituto Internacional de Finanzas.
Si la Fed continuara subiendo las tasas, podría detonar una gran crisis por la imposibilidad de pago de deudas, en circunstancias de estancamiento relativo del producto e inflación elevada. En estas circunstancias, es probable que se hayan generado condiciones inmejorables para replantear un nuevo acuerdo sobre la deuda tomada por Mauricio Macri con el FMI, que se realizó sin la aprobación del Congreso y violando el estatuto del organismo. Argentina podría exigir condiciones mucho más favorables al organismo y, también, generar un debate en la sociedad al respecto y acerca de la necesidad de reducir los grados de dolarización en el país.
Más temprano que tarde, la realidad vertiginosa impondrá que la sociedad lo debata.
(*) Economista UBA-UNdAv.
@Pablo_Ferrari77