Nueva edición en la "nueva normalidad"

El Festival de Mar del Plata logró ganarle a la pandemia

Contra viento y marea -casi literalmente- la nueva edición de la única muestra de cine Clase A de América Latina, incluso con menos películas (aún así, la selección es grande) que lo habitual, logra ser un éxito.

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La 36° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata puede considerarse, en este primer fin de semana, un triunfo. En principio, por existir, ante las dudas de que la muestra se llevase a cabo tras casi dos años de pandemia. En segundo lugar, por la calidad de la selección: películas ganadoras de festivales internacionales -es un hit Titane, de Julia Ducurneau, Palma de Oro en el último Cannes, que agregó funciones-; segundo, porque las salas funcionan con el aforo completo.

Es cierto que hay menos películas. Poco más de 160, lo que de todos modos es inabarcable. Pero eso ha implicado también una curaduría notable. Hemos visto aquí filmes de enorme valor en estos días: Petite Maman, de Céline Sciamma (Retrato de una mujer en llamas), o ese ovni de animación, esa pesadilla única que sacudió Locarno llamada Mad God, del especialista en efectos especiales Phil Tippett (puede verse on line, en todo el país, dos jornadas más en el sitio www.mardelplatafilmfest.com). 

Hay buena concurrencia de público, proporcionalmente tan grande como siempre si tenemos en cuenta la reducción en la cantidad de funciones, y la selección, como se dijo, es buena: lo que debe estar, está. Quedará para otra nota hablar de las tendencias que muestra el cine contemporáneo a partir de lo visto aquí. Pero que una muestra excéntrica -respecto de Europa, cuna de los grandes festivales- haya logrado realizarse (mucho tuvo que ver el tezón del presidente de la muestra Fernando Juan Lima y mucho la municipalidad de Mar del Plata) confirma que el Festival sirve. Quizás sea hora de que otros se den cuenta.

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