Muchas películas con un par de restrenos (más o menos) oportunos
La cartelera de las salas se renueva con una cantidad poco frecuente de películas, sin tanques “grandes” y con un par de restrenos (uno de ellos sí, un “tanque grande”) que se acoplan a la oportunidad de la hora. O dicho de otro modo, puede ver Cónclave también en pantalla grande. Usted elige.
No es frecuente que se estrenen diez películas un jueves en la Argentina; mucho menos cuando la actividad no pasa por su mejor momento. Pero créase o no, es así. Un poco porque la próxima semana hay una película que va a acaparar muchas pantallas. Y otro poco porque, dicho en forma popular (antigua) a la ocasión la pintan calva. Eso explica que, si bien está en Prime Video, se pueda volver a ver en pantalla grande -quizás es mejor por el enorme trabajo de luz y ambientación que tiene- Cónclave, la película que narra las vicisitudes de la elección de un nuevo Papa. Pero hay otro restreno (más abajo).
Entre las novedades “reales” está El contador 2. Nadie esperaba que esa película de hace unos años protagonizada por Ben Affleck como un llevalibros que es también un tipo de armas tomar tuviera una secuela, pero aquí está y -digamos todo- es mejor. Sobre todo porque en vez de concentrarse exclusivamente en la trama (al final nada de inventiva: dos tipos peleando contra malos malísimos) lo hace en la relación entre los dos hermanos que interpretan Affleck y Jon Bernthal, que es de esos secundarios que suma puntos a cualquier cosa. El film tiene acción y suspenso efectivos, pero sobre todo nos divierte la dinámica entre esos dos, que excede la previsibilidad (hasta en las vueltas de tuerca) de un guión que se pasa de profesional.
Tenemos una película iraní. Quizás el lector recuerde que, hace millones de años, hubo un momento en el que descubrimos esa cinematografía de la que muchos se burlaban pero que tenía no pocas obras maestras, sobre todo los filmes dirigidos por el fallecido Abbas Kiarostami (El sabor de la cereza, sí, pero también Detrás de los olivos, Close-Up o Copia certificada, todas impresionantes) o por Jafar Panahi, perseguido por el régimen de su país. Lo demás es cine a la europea como esta Un pastel para dos, que recuerda un poco a Sol de otoño en su premisa (señora mayor, clase media, sola, encuentra señor mayor, clase media, solo). Aunque sí, las dificultades de ese país se cuelan por momentos y nos recuerdan qué pasa en Irán. Pero el núcleo es esa “película para sentirse bien” y romance (bastante más que casto) de tercera edad.
Hay una de terror llamada Until Dawn: una noche de terror (sí, es de terror, por si no leyó el principio de la oración y por si lo distrae el afiche: hay que poner “terror” en el título y van cuatro veces en la misma oración). Joven investiga con amigos la desaparición, un año antes, de su hermana. Hay un asesino horrible y una noche que se repite y se repite una y otra vez. O sea, Hechizo del tiempo en versión slasher (aunque, cosa curiosa, ya lo mismo, pero en tono de comedia, lo había hecho Christopher Landon en Feliz día de tu muerte). Previsible y sin Bill Murray (o sin el Tom Cruise de Al filo del mañana, misma premisa).
El realizador italiano de ascendencia turca Ferzan Ozpetek, hace un par de décadas, llamó la atención por una película llamada El baño turco. Ahora vuelve a llamar la atención (o lo intenta) con Diamanti, historia de un director de cine que quiere hacer una película con sus ex amantes. En realidad la idea es más interesante que una puesta en escena recargada para un guión que opta demasiadas veces por el lugar común y la bella fotografía.
Hay una pequeña sorpresa llamada Puente en llamas, casi Clase B de Patrick Lussier, donde un tipo con entrenamiento se encuentra en un puente tomado por terroristas con su pequeña hermana y tiene que salir de ahí y salvarla. ¿Duro de matar? Pues claro, pero copiar lo bueno está muy bien, especialmente cuando aquí hay concisión narrativa -no hay nada de más-, suspenso logrado y personajes a los que le creemos hasta lo interosímil. Cine noble y bien hecho, de ese que no abunda.
Salvo porque se excede un poco en duración, 2018-Todos son héroes, película india (raro, aquí casi no llegan y valdría la pena) narra una historia de supervivencia ante una inundación catastrófica y real en Kerala. Técnicamente bien resuelta y con los elementos necesarios para que sea un buen drama de supervivencia. No cambia la historia del cine, pero vale.
Y luego tenemos dos películas argentinas. Una es Biónica, historia de ciencia ficción -género demasiado poco transitado en nuestro país- sobre las consecuencias del uso de la tecnología a partir de la historia de una joven millonaria cuadripléjica que se somete a un tratamiento experimental (básicamente le cortan la cabeza y la implantan en otro cuerpo, pero no es sólo eso). La mejor virtud de este filme es que no estira la anécdota y va siempre al punto. Y además tiene un par de elementos dignos de una discusión posterior.
La otra es la cordobesa La Zurda, de Rosendo Ruiz (sanjuanino de nacimiento pero crédito de La Docta). Como sucedió en su ópera prima De Caravana y en varias de sus obras posteriores, toma un género (aquí nuevamente el policial) para narrar un mundo social con absoluta precisión y sin dejar de lado nunca el cuento para señalar con el dedo lo que debemos pensar de él. Al mismo tiempo un recorrido musical por Córdoba (el protagonista quiere triunfar con su banda de cuarteto) y una historia de suspenso (lo acusan de un crimen que no cometió) es parte de un cine que apunta a comunicarse -y entretener, que no es poco- con el espectador.
Y finalmente, el otro restreno: en algnas salas podrá verse Star Wars Episodio III: la venganza de los Sith, quizás la mejor -y mejor narrada- de la “trilogía precuela” que dirigió George Lucas en los primeros años de este siglo. Veinte después de su lanzamiento original, recomendamos verla en pantalla bien grande y disfrutar de algunas secuencias perfectas -la batalla inicial, el duelo final- que están dentro de lo mejor de la saga.
Que la Fuerza lo acompañe.